La campaña del Este
La
campaña del Este se convirtió en el centro neurálgico
de la guerra civil.
Para contrarrestar los éxitos nacionales
en el norte, la República lanza en julio de 1937 una operación
en Brunete (al oeste de Madrid) tratando de envolver
las tropas enemigas que presionaban sobre la capital. Fue un desastre
para la República.
Al general Franco se le planteó otra vez
la alternativa de ocupar Madrid o lanzarse hacia el Mediterráneo
desde el frente del Ebro. Eligió la segunda opción.
En enero de 1938, los republicanos tomaban Teruel,
que sería reconquistada días después por
los nacionales, quienes, rápidamente, llegaron hasta Lérida
(abril 1938). Franco dirigió las tropas hacia el Mediterráneo,
aislando a Cataluña del resto de la zona republicana.
En
un desesperado intento para enlazar de nuevo las dos zonas republicanas
y detener el avance de los nacionales hacia Cataluña, los
republicanos iniciaron la más importante de sus ofensivas.
El 25 de julio de 1938 consiguieron atravesar el río Ebro
y tomar un extenso territorio hacia el Sur. Pero la ofensiva no
pudo seguir adelante. El contraataque nacional obligó a
los republicanos a volver a cruzar el río. Durante meses
se disputó palmo a palmo el terreno, lo que convirtió
a la batalla del Ebro en la más dura y
sangrienta de toda la guerra, provocando más de cincuenta
mil bajas por bando y la derrota significó el desgaste
definitivo del ejército republicano.
En el mes de diciembre, los nacionales iniciaron
una gran ofensiva sobre Cataluña. Las
ciudades eran bombardeadas día y noche. El 26 de enero
de 1939, las tropas franquistas entraron en Barcelona. Los restos
del ejército republicano, acompañados de largas
columnas de refugiados, se retiraron hacia la frontera francesa.
Unas trescientas cincuenta mil personas fueron al exilio.